Hace seiscientos millones de años, durante el período Ediacárico, a finales del “supereón” Precámbrico, en lo que hoy son las alturas del Beacon Hill en el condado de Leicester, las cenizas de varios volcanes se fueron depositando en el fondo de lo que por entonces era mar. Esos sedimentos son hoy ariscos roquedales que se alzan en el corazón de Inglaterra, a poco distancia de las ciudades de Leicester y de Loughborough, situadas en las llanuras de los Midlands. Los beacon son antiguas torres de señales en lo alto de una colina, sobre las cuales se encendían fuegos para transmitirse mensajes desde una a otra.
Nada más abandonar el aparcamiento, entrando en este parque, que es parte de la comarca de Charnwood Forest, nos reciben “el pastor y su carnero”.
El parque es una amable espacio para los paseos familiares de fin de semana. Descendemos por un camino flanqueado por estas rocas metamórficas, de las más antiguas de Inglaterra y Gales y que fueron cenizas de volcanes. Son duras y resistentes a la erosión.
Quienes más disfrutan son los niños que lógicamente no resisten el deseo de encaramarse en ellas. Un buen lugar de entrenamiento para futuros alpinistas.
O de instrucción micológica, sobre todo en materia de setas que no se deben comer…
Aunque algunas sean muy útiles para los gnomos cuando quieren guarecerse de las lluvias.
En este parque, además de los gnomos, que por desgracia el otro día se escondieron de nosotros, también hay gigantes que con un poco de suerte aparecen desde sus cobijos subterráneos para observarnos.
Nuestro escalador se lo ha pensado dos veces y ha preferido no treparle por las barbas, no fuese que el gigante tuviera ganas de desayunar niño crudos.
Así que seguimos el paseo entre árboles y piedras
Mientras ascendemos la colina un viejo roble nos regala una ocasión para extasiarnos
Llegando a las alturas del toposcopio
el tiempo no es el que aparece en la Wikipedia y la lluvia nos sorprende
Tras una excelente comida en la taberna de un pueblo cercano, nos despedimos del Leicestershire en un vuelo low cost.
El atardecer nos sorprende en otras latitudes